La cuenca de lignito de As Pontes se encuentra en una de las depresiones cenozoicas -era geológica iniciada hace 66 millones de años- del noroeste de Galicia. El yacimiento, de 5 por 2 kilómetros, funcionó intensamente entre los años 1977 y 2007, produciendo en este período un total de 260 millones de toneladas del mencionado carbón. Fue la mayor explotación de lignito de Galicia, seguida a bastante distancia por la mina de Meirama.
Historia
Aunque Schulz (1833) ya indica la existencia de carbón en la cuenca de As Pontes de García Rodríguez, no es hasta entrados los años 40 del siglo XX cuando la Empresa Nacional Calvo Sotelo (ENCASO), creada por el INI en 1942, construyó en As Pontes una central térmica de 32 megavatios y un complejo carboquímico, cuyo combustible y materias primas fueron el lignito obtenido en la mina de su propiedad.
En 1972 se transfirió la titularidad a Endesa, que desarrolló la explotación a partir de 1976. Entonces, el complejo minero-eléctrico, que ya tenía 1.400 megavatios de potencia, se abastecería exclusivamente del lignito extraído en la mina. Entre 1993 y 1996, por exigencias medioambientales, fueron adaptados los cuatro grupos de la central para consumir un combustible obtenido a partir de una mezcla del mineral propio con carbón importado, de bajo contenido en azufre y por lo tanto menos contaminante. Esto llevó a disminuir la producción de la mina a unos 6 millones de toneladas al año, aproximadamente la mitad de lo que venía produciendo hasta entonces.
El agotamiento de las reservas del yacimiento coincidió prácticamente con la transposición de la Directiva Comunitaria de Grandes Instalaciones de Combustión, aún más exigente en cuanto al recorte de emisiones, lo que supuso que se optase por transformar la central térmica para utilizar únicamente carbón importado a partir de enero de 2008. Por ello, la producción de la mina finalizó en diciembre de 2007. Para la restauración del hueco se optó por inundarlo con aguas del río Eume, lo que dio lugar a uno de los mayores lagos artificiales de Europa. La escombrera exterior fue remodelada y revegetada totalmente obteniéndose gran variedad de ecosistemas
Yacimiento
La cuenca cenozoica de As Pontes está limitada al norte por una falla, que presentaba sinuosidades, por lo que su movimiento en dirección provocó la formación de dos depresiones del terreno (Ferrus y Santanach, 1994). Estas dos depresiones o cubetas, separadas por un umbral, actuaron como receptoras de sedimentos provenientes de los alrededores, que llegaron a alcanzar un espesor máximo de 400 metros. Arenas y limos, arcilla, abundante materia orgánica y esporádicos niveles arenosos dio lugar en este yacimiento a una importante acumulación de lignito pardo.
Las edades del depósito de lignito, según los autores, varían entre el Oligoceno Superior y el Mioceno Superior, lo que se sitúan, por tanto, entre hace 27 y 10 millones de años. El yacimiento de lignito consiste en una serie sedimentaria constituida por alternancias de lignito y arcillas, con intercalaciones de arenas. Se llegaron a identificar 19 paquetes de lignito de potencia variable de entre 20 y 40 metros de espesor, con un espesor total del orden de 117 metros. El lignito pardo de As Pontes era alóctono pues se formó a partir de materia vegetal que llegó a la cuenca desde relieves circundantes.
El movimiento dextrógiro (en el sentido de las agujas del reloj) de la falla originó, en función de su sinuosidad, zonas sometidas a esfuerzos compresivos y otras con régimen distensivo, dando lugar a complejas estructuras de deformación como cabalgamientos, pliegues y fallas normales, que afectaron a los sedimentos depositados en la cuenca.
Laboreo
En los años 40 y 50 del pasado siglo, el trabajo se llevó a cabo con herramientas manuales y el transporte se hacía mediante vagonetas de hierro sobre raíles, que se sacaban de la zona de los frentes por un plano inclinado mediante un cable de tracción.
A partir de 1955 se inicia la mecanización de la mina y empiezan a utilizarse rotopalas para el arranque del carbón en frentes rectos. Fueron las primeras máquinas de este tipo empleadas en España para la extracción de lignito, llegando a utilizarse hasta siete en los años 80. En la época de Endesa, el transporte por vías fue sustituido por cintas de transporte desde el arranque, tanto para el estéril como para el carbón. El lignito se transportaba hasta la estación de transferencia, y desde ésta a la central térmica. El estéril se llevaba a la escombrera exterior, ya que no se utilizó minería de transferencia hasta pocos años antes del cierre de la mina debido a la disposición geométrica de las capas de carbón. Para el vertido de estériles y el almacenado en el parque de carbones, se utilizaban grandes apiladoras con un brazo giratorio provisto de una cinta. Tanto éstas como las rotopalas disponían de mecanismo de translación sobre orugas.
La explotación se realizó a cielo abierto mediante una gran corta siguiendo el llamado “método alemán”, llegando las operaciones mineras a ocupar casi 6 kilómetros en dirección noroeste a sureste y una anchura media del orden de 2,5.
La producción anual en los años 80 rondó los 12 millones de toneladas, pasando posteriormente a unos 6 millones de toneladas cuando se optó por mezclar el lignito con hulla de importación, para consumirlo en la central termoeléctrica. Según datos de la Xunta de Galicia (1991) el lignito tenía, como media, un poder calorífico superior de 2.181 kcal/kg, 41,1% de humedad, 22,8% de cenizas, 21,4% en volátiles y 2,45% de azufre. La explotación llegó a alcanzar los 288 metros de profundidad y durante su vida útil produjo un total de 260 millones de toneladas de lignito.