Descrición

Volviendo por el mismo camino, y, después de desviarnos por otra pista, atravesamos la localidad minera de Magros. A unos 200 metros de la salida del pueblo podemos ver a la derecha las ruinas de unos hornos de estaño.

Vista de las ruinas de los hornos de Magros desde la carretera

En estos hornos se calcinaba la casiterita para reducirla, para extraer de ella el estaño. Son numerosos los hornos de calcinación que aún quedan en la zona de Beariz. Los hay de gran tamaño, como estos, o más modestos. Algunos de estos hornos pequeños compraban el mineral a aventureros, personas que por su cuenta y riesgo extraían el metal de la zona sin ayuda ni planificación para vendérselo a estos pequeños hornos, que lo calcinaban y se lo vendían a las empresas mineras que trabajaban en la zona.

Unos doscientos metros más adelante la carretera pasa sobre un río, en el cual hay una piscina. Aguas arriba del río, y a la derecha de este, hay un promontorio en el cual se encuentran las ruinas del castro de Magro. Este castro era minero, dependía del castro de San Ciprián de Las, situado entre los concellos de Punxín y San Amaro, unos 20 kilómetros al sureste. Se piensa que la explotación de estaño en esta zona en la época prerromana podía tener como objetivo abastecer a los barcos fenicios que llegaban buscando este mineral hasta las costas de Galicia.

Autor
ICOG