El inicio de esta ruta se sitúa en los campos de deportes de Oira, junto al río Miño, a las afueras de la ciudad de Ourense. Coordenadas polares del punto de inicio para GPS: 42,352988 -7,854192. ETRS89 594360 4689600. En esta zona hay abundantes plazas de aparcamiento y paradas de autobuses urbanos de la ciudad.
En la casi totalidad de la zona nos encontramos sobre un sustrato de granito de grano medio, con fenocristales dispersos (cristales de feldespato de mayor tamaño). Los granitos de esta zona se originaron durante la orogenia Varisca, hace unos 300 millones de años. El relieve actual se formó por la elevación de grandes bloques de terreno durante al orogenia Alpina, hace unos 40 millones de años. El paisaje que observamos en la zona es la erosión de estos bloques. Sobre los granitos podemos encontrar materiales sueltos (suelos) producto de su alteración. También encontramos sedimentos dejados por los ríos, sobre todo del Miño, sedimentos depositados en los últimos milenios cerca de sus cauces actuales, o depositados hace millones de años, cuando estos ríos estaban menos encajados en el terreno y discurrían a mayor altura que la actual. Minería de oro romana. El origen del oro explotado en gran parte del noroeste de la Península Ibérica está en diques de cuarzo y otras rocas en las que se concentra este metal. Pero los romanos aprendieron pronto que la naturaleza tritura estas rocas y selecciona el oro, ahorrándoles mucho trabajo. Efectivamente, la erosión que sufren estas rocas durante millones de años liberan las pepitas de oro, las cuales son arrastradas por la lluvia hasta los ríos. Ya en los ríos, debido a su alta densidad, las pepitas de oro se depositan en los arenales. Los romanos no tenían más que ir a buscarlas a esos arenales y se ahorraban un trabajo considerable. Estas arenas podían ser actuales, las que el río está generando en ese momento (como los explotados en la mina que hay junto a las termas de Outariz), o podían ser arenales sedimentados por el río hace millones de años (como en el caso de la mina de Oira). En este caso, al tratarse de sedimentos sueltos no necesitaban emplear la compleja técnica del ruina montium (como en las Médulas de Carucedo), les bastaba con acarrear los materiales arenosos hasta un curso de agua cercano donde los lavaban y por diferencia de densidad extraían las pepitas de oro. En algunos casos usaban descargas de agua para realizar este transporte. Como en los cantos de roca de tamaños centimétricos no hay pepitas de oro los transportaban la menor distancia posible, dejándolos atrás y generando con ello las características murias o montones de piedras que vemos actualmente en estas zonas de mina. Aguas termales. A pesar de la curiosas leyendas que circulan por Ourense, el origen de las aguas termales que abundan en esta zona no tiene nada de mágico. La realidad es que la presencia de abundantes fracturas en la roca graníticas, fracturas relativamente limpias de arcillas y otras sustancias, hace que el agua de lluvia se filtre por ellas pudiendo llegar a zonas relativamente profundas. Las guas termales de Ourense están relacionadas con familias de fallas de unas direcciones concretas (N10⁰E, N45⁰E y N130⁰E), es decir, los manantiales están en puntos situados en fracturas que poseen algunas de estas direcciones. Como la temperatura de nuestro planeta aumenta con la profundidad a una media de unos 33⁰ C por cada kilómetro que descendemos (se denomina "gradiente geotérmico), si estas aguas llegan a grandes profundidades pueden llegar a alcanzar altas temperaturas. El agua caliente puede disolver más sustancias que el agua fría, por lo que estas aguas llevan en su composición gran cantidad de sustancias. Como el agua caliente es menos densa que el agua fría, asciende por las fracturas del terreno llegando a emerger y generando las fuentes termales. El tiempo transcurrido desde que estas aguas se filtraron en el terreno hasta que emergen puede ser de mucho años.