La mina de oro romana de A Toca, con su excepcional corta de casi un kilómetro de longitud, destaca además por mostrarnos numerosas estructuras características de las explotaciones auríferas romanas y de su ingeniería hidráulica: depósitos, canales de distribución, explotación y drenaje, así como trincheras y galerías de reconocimiento y explotación.

Historia

Los estudios arqueológicos sitúan a esta corta como explotación romana de la época imperial (siglos I a III d.C.) estando modificada solamente por los agentes erosivos naturales. Luzón y Sánchez Palencia (1980) describen con detalle esta mina y otras minas romanas del entorno en la zona de O Courel. En él justifican el origen romano de esta mina por la estructura de la explotación y por algún hallazgo encontrado (molino de mano). 

 

Yacimiento

Tornos y colaboradores (1993) indican que las mineralizaciones de A Toca son de tipo filoniano y encajan en areniscas, pizarras y cuarcitas del Cámbrico Inferior, en contacto con las pizarras del Precámbrico donde la presencia de mineralización es menos importante. Las labores se alargan siguiendo una estructura a lo largo de la cual se encuentran fallas con dirección NO-SE. En dichos materiales se produjo una intensa deformación varisca, hace unos 300 millones de años, marcada por un fuerte plegamiento. Siguiendo las estructuras de fracturación, se instalaron filones irregulares y deformados de cuarzo de hasta 60 cm de potencia  y otros transversales al eje de la mina (orientación NE-SO), de menos entidad pero con contenidos mayores en oro. 

Laboreo

Esta antigua mina romana de A Toca ha sido estudiada desde el punto de vista arqueológico y minero por Luzón y Sánchez Palencia (1980) y más recientemente por Álvarez Núñez (1994). A Toca es una gran excavación hecha en la ladera derecha del Río Lor, con una zona algo escalonada de extracción que tiene unos 880 m de largo, con orientación NO-SE, por 40 a 100 m de anchura máxima, y cuyo frente de avance tiene una altura de 15 a 30 m. La cicatriz que esta corta forma en el relieve se aprecia muy bien desde el paraje de O Pousadoiro, situado en la carretera de Mostaz a Millares, en la vertiente izquierda del río Lor. 
Los ingenieros romanos emplearon en A toca dos tipos básicos de explotación. En el primero de ellos el avance del frente se realizaba mediante el hundimiento de paneles de roca por socavamiento del pie del talud (cortas de minado), utilizando para ello herramientas de mano (punterolas, cuñas, martillos y mazos) y fortificando la zona minada con troncos. El desmoronamiento de la roca se conseguía con la aplicación de ciclos de frío-calor y mediante el empuje hidráulico. El agua también se utilizaba para el lavado del material obtenido y para eliminación de estériles por el canal de desagüe hacia el río Lor. El otro tipo de extracción sería de tipo selectivo, actuando con herramientas de mano directamente sobre los filones auríferos, seleccionando los fragmentos mineralizados y acumulando los estériles en montones que jalonaban la estructura explotada en el piso de la corta.
El molino de mano citado podría formar parte de los útiles de molienda de los concentrados para liberar el oro que sería seguramente recuperado por amalgamación.